Las uñas elegantes solían seguir un código estricto y fácil de seguir. Eran cortas, cuadradas y pintadas con colores que se encuentran naturalmente en el cuerpo humano (rosa ruborizado, nude transparente, el icónico Funny Bunny de OPI), reflejando el estilo discreto de la realeza europea. Pero en 2025, la definición de sofisticación de las uñas se ha ampliado. Ahora, la longitud, la forma y el color de una manicura son más que simples elecciones estéticas; invitan a preguntas como quién decide qué es elegante y qué está de moda. Son marcadores culturales y pueden indicar clase, edad, conciencia del espíritu de la época e incluso afiliación política. Y el aspecto de una mano elegante se ha convertido de repente en un tema divisivo.
En noviembre de 2020, The New York Times informó que podríamos estar viendo el fin de las manicuras por completo, con las mujeres optando por las uñas al descubierto y evitando los estilos largos, que según los CDC podrían “albergar más suciedad y bacterias que las uñas cortas, lo que podría contribuir a la propagación de la infección [por COVID]”. Pero un rápido vistazo a las manos del Istituto Marangoni Miami (IMM) muestra que la predicción no se cumplió.
A diferencia de los labios hipercarnosos de los últimos años, que requerían citas para rellenarse y maquillaje que hacía que brillara, las uñas largas en forma de almendra son un compromiso más fácil y menos invasivo, uno que cada vez es más común. Algunas estudiantes de Marangoni hacen los estilos más complejos en casa. Sabrina Chamorro, de 21 años, trabaja en un laboratorio y no puede permitirse el lujo de tener uñas largas en el trabajo, por lo que se “corta” las uñas imposiblemente largas en casa cada vez que tiene un evento. “Hago los colores más locos, rosa, azul, pero tienen que salir al día siguiente”.
La influencia de Hollywood en la estética de las uñas
Mientras hojeaba un libro de fotografía que recientemente fue donado a la biblioteca del IMM, me topé con una hermosa imagen de Marlene Dietrich, con un bob ondulado, cejas diminutas y uñas largas y ovaladas. Le mencioné a Carrie Sieh, nuestra bibliotecaria, lo actual que se veía su belleza; esas son las cejas de Pamela Anderson hoy en día y las uñas de cualquier influencer que puedas encontrar en TikTok. Carrie es una artista visual que trabaja con textiles y es una gran manitas; no hay forma de que pueda usar las uñas largas, me dice.
Ahora bien, Kate Middleton puede haber sido la referencia de las manos elegantes durante los últimos quince años, pero durante décadas, desde los años 20 de Dietrich hasta los sórdidos y sexys años 90, las uñas semilargas de forma ovalada en un rojo intenso se asociaron con la hiperfeminidad, el autocontrol y la elegancia en la industria del entretenimiento. Se suponía que las mujeres que las llevaban eran extremadamente glamorosas, tenían personal en casa o, por lo menos, un estilo de vida que no implicara fregar platos o abrochar los botones de los niños pequeños. “Parece que tu vida está en orden”, comentó recientemente Salomé Gómez Upegui, una colega escritora y miembro del cuerpo docente del IMM, cuando notó mi propia manicura semilarga color burdeos. Comprendí lo que quería decir: las uñas largas, al igual que un guardarropa completamente blanco, sugieren un nivel de aislamiento del desorden cotidiano de la vida.
Percepciones culturales: ¿elegancia o exceso?
Pero las reglas de Hollywood no siempre se aplican a la gente común, y menos aún a las clases medias y altas de los países latinoamericanos, que son predominantemente católicos y de alguna manera conservadores. Verónica Espinosa, estudiante de Diseño de Moda de Colombia, comenta que cada vez que viaja a su casa en Bogotá, sus amigos se estremecen al ver sus uñas almendradas de moderadas a largas. “La gente [en casa] asocia esta estética con un cierto arquetipo de mujer estadounidense, la cajera con uñas extra largas, y se estremecen al pensarlo”. Espinosa hace una pausa por un segundo. “A mi esposo no le disgusta la uña en sí, es el concepto de la uña lo que parece molestarle”.
Ese rechazo es exactamente lo que ha mantenido a las uñas largas al margen de la elegancia tradicional, más fácilmente aceptadas por subculturas que rechazan la moderación en favor de la autoexpresión. Pero a medida que las normas de belleza evolucionan en la era de TikTok y la omnipresencia de Hailey Bieber, lo que antes se descartaba como excesivo ahora se está abriendo camino hacia la corriente principal.
Miami es un lugar peculiar para hacer este tipo de análisis, ya que a menudo se considera una de las ciudades más diversas de los Estados Unidos. En su libro, “Estética del exceso: el arte y la política de la encarnación negra y latina”, Jillian Hernández profundiza en ese arquetipo femenino al que se refiere Verónica y en otras cosas que la mujer usa además de sus uñas largas, incluidos vestidos ajustados, una gran cantidad de cadenas o grandes aros. “Durante mucho tiempo asociados con la sexualidad hiperfemenina y de clase trabajadora y la vulgaridad (pensemos en Peggy Bundy del programa de televisión Married with Children), los estampados de leopardo y guepardo son patrones adoptados por las artistas pornográficas de color como la legendaria Vanessa Del Rio y las artistas negras contemporáneas como Mickalene Thomas y Wangechi Mutu”, las dos últimas no lucen uñas largas, pero los sujetos de su trabajo sí. “Los estampados de animales marcan los cuerpos a través de una estética del exceso, y el exceso es un estilo que se siente muy a gusto aquí en Miami, un epicentro de la indulgencia material y carnal conspicua”.
Las uñas como accesorio: la intersección entre la moda y la autoexpresión
Para Nina Talpe, una estudiante de diseño de moda de 21 años de Bélgica, tener las uñas limpias y cuidadas es una parte fundamental del cuidado personal: “Es importante devolverte la energía; cuando te haces las uñas, sientes que puedes conquistar el mundo”. Tiene las manos delgadas y lleva un look largo color burdeos en forma de almendra. Dice que ahora se inclina más por los estilos clásicos atemporales, o la “estética de chica limpia”. Solía ser más experimental, con diseños intrincados y uñas largas y cuadradas, pero le llevaba mucho tiempo, ya que pasaba tres horas en el salón.
Nina toma mucho de su abuela paterna, que es “muy francesa” y siempre la presiona para que mantenga un aspecto cuidado. Si fuera por ella, las uñas de Nina serían más cortas y de un tono pálido, pero mientras estén arregladas, está bien.
El auge de los geles, las manicuras en polvo y los artistas de uñas de TikTok ha hecho que las uñas extravagantes sean más accesibles, incluso para quienes realizan trabajos manuales, como Sabrina, la estudiante argentina que trabaja en un laboratorio. Y para muchas, no son solo una cuestión de vanidad: son una salida creativa.
Emilia Mourier, o Mimi, como le gusta que la llamen, es una artista de medios mixtos y estudiante de diseño de moda en su segundo año. Tiene un talento increíble y una estética muy clara: mucho negro, piercings y apliques de metal; su carpeta combina con sus diseños, su funda de iPhone, sus joyas y, por supuesto, sus uñas. “Lo veo como otro medio”, me dice en el taller del sexto piso un miércoles por la mañana. Ella también se hace las uñas ella misma. Esta vez, son largas, en forma de almendra, con una base negra y adornos plateados que parecen púas. Un par forma una cruz.
“Para mí, los accesorios son una parte importante de la moda”, agrega Mimi. “Comencé a hacer joyas hace unos dos años y, naturalmente, las uñas siguieron su ejemplo”. A diferencia de Nina, a Mimi no le interesa mucho la elegancia; se inclina por lo atrevido, pero ambas ven las uñas más como accesorios que como maquillaje.
La política de género de las uñas
No hay evidencia que relacione las opiniones políticas con las preferencias en cuanto a la forma de las uñas, pero las elecciones de estilo personal pueden estar condicionadas por influencias culturales y regionales que pueden alinearse con ideologías más amplias. Las uñas cuadradas, afiladas y deliberadas, desprenden cierta audacia pulida: estructuradas, tradicionales, un poco severas. Las uñas ovaladas, por otro lado, se sienten más suaves y naturales, el tipo de forma que sugiere facilidad en lugar de precisión.
Me hizo pensar: si tuviera que adivinar, ¿cómo lucirían las uñas de Melania Trump? ¿Y las de Kamala Harris? Una pequeña muestra, seguro, pero mi teoría comenzó a tener cierto peso tan pronto como aparecieron esas búsquedas de imágenes de Google. Sin embargo, el estilo personal está condicionado por muchos factores más allá de la política, lo que hace que cualquier correlación, por divertida que pueda ser, sea más anecdótica que definitiva.
La mayoría de los estudiantes de Marangoni coincidieron en que las uñas cuadradas largas son más difíciles de mantener que las largas con forma de almendra. Debe haber algo en la curva que es más indulgente. Trent Unidad, un estudiante de diseño de moda de 22 años que cursa su segundo año, tiene el estilo de uñas más singular de todos los que hay en el taller: uñas cuadradas, ultralargas y sin esmalte.
“Solía morderme las uñas”, me cuenta Trent, pero en sus diseños dibujados a mano, todas tenían las uñas pintadas de negro, así que en 2023 pasó a las uñas negras cortas durante un tiempo. Su padre está en el ejército y su madre es técnica de uñas a domicilio. Cree que su exploración puede deberse a una mezcla de ganas de desafiar los códigos de género tradicionales y una admiración por la cultura inglesa y japonesa. Ese día, lleva una camiseta blanca ajustada, pero no ajustada, unos pantalones negros bien entallados y unas botas vaqueras negras con un tacón grueso. Su pelo es oscuro y largo. Da la impresión de ser un samurái inglés.
Trent señala que la gente supone que si eres un chico y te pintas las uñas, debes ser gay. Pero si no lo haces, pero las mantienes intencionalmente largas, muy largas, la gente simplemente se disgusta. Es un poco un doble golpe lo que hace, desafía a los desafiantes y a todos los demás.
Si bien las uñas son una declaración política, también son un lugar de reinvención. Nina, Mimi y Trent han clavado su estilo personal actual en los últimos dos años, y sus uñas son una parte importante de él. Y aunque las uñas largas se han vuelto más comunes, en muchos contextos, siguen siendo un acto silencioso de desafío.
¿En cuanto a mí? Me balanceo de un lado a otro. Cultivaré uñas perfectas y ovaladas durante semanas, solo para cortarlas impulsivamente al ras de la piel una tarde, disfrutando de la repentina agilidad de las puntas de mis dedos. No puedo rascarme una picazón, pero puedo sacar mi tarjeta de crédito de mi billetera en nanosegundos. Tardo un tiempo en acostumbrar mis ojos a la repentina brevedad de mis manos. Un nuevo comienzo, hasta que llegue el siguiente cambio de humor.
—Sofía Agostini es directora de Brand Partnerships en Istituto Marangoni Miami y escritora independiente cuyo trabajo ha aparecido en Vogue US, Vogue México & Latinoamérica, Paper Magazine y Vanity Fair España, entre otros. Exalumna del IMM, ha impartido clases de Métodos de Investigación en el Máster en Gestión de Marcas de Moda y Lujo, así como de Crítica de Moda y Redacción Digital en el programa de Estilismo de Moda.
Escribió esta pieza con uñas ovaladas de color burdeos.
